lunes, 20 de julio de 2009

Hoy.



Hoy, el sentimiento atoró mi garganta y opacó mis sentidos. Y, mientras circulaban las noticias de la utopía de una sentencia austera, en mi mente se instalaba el ministerio de una duda certera. Busqué, entre los recuerdos, el mejor de los consuelos; y van desde una actuación hasta mi mundo de mil juegos. Y sin la menor discreción para expresar el espanto, se derritieron mis ojos con las gotas que derramaba su llanto.Fue tan tremenda la secuela de aquel comentario… que me redujo a un punto. Cambió mi instante en un segundo… justo a la hora que no vi el reloj. Luego vinieron los reproches que, por no ser clásicos, revolucionaron mis preceptos poco básicos. ¿Me equivoqué de mí o yo de ella? Pero si yo soy ella, ¿quién a quién condena? ¿Cuál es la unidad para medir la pena? ¿Será mejor el que escribe sin llamarse poeta?Hoy, el sentimiento cantó en mi garganta y despertó mis sentidos. Y, mientras circulaban las sonrisas de una boca sincera, en mi mente se instalaba la casita de una amistad eterna. Encontré, entre las palabras, el mejor de los consuelos; y van desde un perdón hasta una sorpresa convertida en secreto. Y sin la menor discreción para expresar la felicidad, se abrieron mis ojos con las ganas que inspiraba mi voluntad.

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